domingo, 16 de enero de 2011







No había nadie que fuese capaz de quitarme algo en mi interior, pues hasta entonces creía que lo había perdido todo.
Pero ella lo vío y vino por más, la nostalgia en representación de la muerte había llegado hacía tiempo para convencerme, pero no estaba dispuesto a darle lo último que tenía.
Se sintienron tres golpes tras la puerta. Suspire tranquilo, escondi mi ultimo centímetro de integridad contra el pecho y salí al pasillo dispuesto a todo.
El miedo me mordisqueaba los nervios de las piernas, me sentia abatido, todo estaba dicho, la pálida habia llegado, y sobraba el sudor que me caía para mostrar el valor que me quedaba. Sin dudas había llegado la hora que con tantas ganas había esperado; justo ahora que no me quería ir.
Abrí de golpe! para mi sorpresa, un hombre con traje gris vestía recto en mi puerta, le pregunte a quien buscaba y en efecto venia por mí. Qué? su nombre?.- Natalio Ruiz.. Y yo me reí, mira que mandarme a Natalio Ruiz. Que tipo ingenioso el inconsciente. Lo invite a pasar.
Servi dos tragos. Mientras me bebía el primer sorbo de fernet, Natalio fumaba un largo y extraño cigarrillo, luego de una de sus largas bocanadas empezó a sacar pequeños vasos de su sombrero gris, los cuales dispuso en forma paralela sobre la barra, yo me acerque para examinarlos mejor, fue entonces que de su saco extrajo una pequeña botella de color óxido, y la vertió en cada uno de los 5 pequeños vasos, después de eso me invito a probarlos.
Ni por un segundo dude en tomar el primer vaso y probarlo, la sensación que se introdujo en mi boca era de un gusto dulce y tibio, con una especie de nata que se deshizo en mi paladar, el líquido traspasaba mi garganta cuando sentí como una manta invisible de aire me abrazaba y me protegía de todo, me dieron muchísimas ganas de llorar. Lo mire triste a Natalio, que seguia en su maldita postura haciendo volutas de humo que opacaban el lugar.
Me señalo el vaso de junto.
Lo bebí de un sorbo, este tenía un gusto más bien agrio y salado, pero ese salado que se parecía más a la tierra que a la sal; y todo se volvía leve, tan leve que podía volar. En mi estómago una rara sensación hacia que mis ganas de llorar se desvanecieran con el humo.
Ahora no lo mire. Fui directo por el tercero vaso, este era fuerte y amargo, me lleno de dudas la cabeza, todo comenzó a dar vueltas, sentí que iba a caer de la silla así que me apoye en el otro vaso y lo bebí.
Para mi sorpresa el contenido del vaso no tenía sabor, daba una sensación espesa en la boca. Me recordó a la sangre.
De a poco hacía que recobre el equilibrio; cuando súbitamente mientras me incorporaba, un vacío en el estómago estallo directo a mi pecho, experimente mucho dolor, me lleno de miedo.
Entonces comprendí todo. No era necesario saber más. Tome el ultimo vaso y lo revente entre mis dedos, fue entonces que lo mire a la cara.
El rostro me sonrió, pero ya no era el sino yo mismo, me asusté, sonreía como si hubiese cometido una maldad, la parte externa de los labios estaba marcada por una gruesa capa de tinta negra, y en lugar de ojos solo había oscuridad. Juro que me asusté mucho, me asuste tanto que caí de espaldas corrí hasta el baño y me encerré.
Todo enmudeció. No se veía absolutamente nada. Los sentidos se pusieron alertas y sentí calor, como si estuviese en un horno gigante. De pronto luces rojas se encendieron, el ruido de un gran motor empezó a sonar, y una cinta debajo de mis pies me obligo a correr, esta se aceleraba con el tiempo lo que me exigió correr más deprisa, se aceleró cada más y más, continué todo lo que pude, estaba exhausto, finalmente me deje caer. El vértigo se apodero de mi, un vacío oscuro me rodeaba y la gravedad hacia el resto, todo daba vueltas, y no sentía nadie alrededor, tenia miedo, parecia que nunca acabaría, luego me estrellé contra un suelo azul.
Estaba mareado, me sente y trate de incorporarme, sacudi el polvo de mis pantalones con mis manos y observe . En mis costados pequeños charcos de agua formaban círculos discontinuos, tenían dentro de ellos unas gotas de colores que no se mezclaban con el agua. Con la mano removí uno de los charcos y esperé, muy despacio las gotas de colores trataban de resurgir desde el fondo del pequeño charco, y cuando se encontraba con otra se unían entre sí. Esto (claro está) les facilitaba la salida, por este metodo se fueron juntando hasta formar una gran mancha, que inicio su extención a lo largo del agua. De lo alto una fuerte luz brillo y encandiló mis ojos (también a una paloma que había cerca), tarde un tiempo en recuperarme y poder admirar el espectáculo que se desarrolló en los momentos posteriores, de la gran mancha en el agua salió un esplendoroso arcoíris de los más brillantes que he visto en mi vida, de las alturas, duendes de todos los colores utilizaban el arcoíris como gran tobogán, al tocar el suelo empezaban a saltar hacia cualquier dirección, fue en el instante preciso en el que el primer duende toco el suelo que me nacieron desde la sangre unas terribles ganas de reír, los duendes que se estaban acercado, comenzaron a hacerme cosquillas y no me pude contener, estalle es un compendio risas!, y conmigo las docenas de duendes, todos reíamos, todos los colores de los duendes se mezclaban entre sí en una danza espectacular, agarrados de las manos formaron un circulo enorme, y yo en medio, envuelto por el coro más hermoso visto jamás, cantaba con ellos, y todos juntos reíamos, cantábamos, y el coro repetía :
“Tal vez tu no lo olvides, tal vez tu lo logres descubrir, tal vez tu lo recuerdes,
¿Habrá alguna verdad para vivir?"
Y yo, que no había parado de reír hasta entonces, me detuve. Comencé a pensar con asombro lo que me estaba sucediendo, el tiempo no me alcanzo para llegar a mirar nada más, me comencé hundir como en una pileta de cemento fresco, los parpados que ahora eran grandes pesas caían suavemente sobre mis ojos, mis miedos se habian esfumado con la oscuridad, y el sueño poco a poco me atrapaba, hasta que casi me hundí por completo, fue entonces justo antes de hundirme por completo que lo vi, comenzaba a despertar...








 Schope Nahu Er.- Delirios de un sufrir.