Siento una cierta sensación cuando miro hacia el oeste y mi espíritu grita por irse. En mis pensamientos he visto anillos de humo entre los árboles y las voces de los que se quedan mirando. Me hace pensar. De verdad, me hace pensar.
Y se murmura que pronto, si todos llevamos la batuta, el flautista nos conducirá a la razón. Y amanecerá un nuevo día para los que resistan. Y en los bosques resonarán las risas.
Si hay alboroto en tu cercado no te inquietes, sólo es una limpieza a fondo para la reina de mayo. Sí, hay dos sendas que se pueden seguir, pero a la larga aún se está a tiempo de cambiar de camino. Y eso me hace pensar.
Tienes la cabeza aturdida y no funcionará. Por si no lo sabías, el flautista te llama para que te unas a él. Querida dama, ¿oyes soplar al viento? ¿Y sabías que tu escalera está en el susurrante viento?
Y mientras serpenteamos por el camino, nuestras sombras más altas que nuestra alma, por ahí anda una dama a la que todos conocemos que irradia luz blanca y quiere enseñar cómo todo aún se convierte en oro. Y si escuchas atentamente, la melodía te llegará al final. Cuando todo sea uno y uno sea todo. Ser una roca y no rodar.
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